(Fragmento de la novela subjetiva Vida del Ahorcado)
Al fin los chiquillos de la Universidad tuvieron una idea genial.
Antes de ir a clase hicieron, una mañana azul, abundante provisión de pistolas, de tal manera que para cada chiquillo habia una pistola. Y cada chiquillo se guardo su pistola.
Entonces se abrio la clase y todos tomaron el sitio de cada dia. Sobre su sillón de cuero, el Profesor sabio hacia gestos y hablaba, habkaba y hacia gestos; pero sus palabras, apenas salida de los labios, se le caían en la punta de los zapatos: era que no podian avanzar porque la clase estaba llena de con el coraje de los chiquillos, cuyos corazoncitos hacían bum, bum, bum, bum.
Y ya cuando el Profesor sabio habia acabado por ponerse majadero, el...