Al fin los chiquillos de la Universidad tuvieron una idea genial.
Antes de ir a clase hicieron, una mañana azul, abundante provisión de pistolas, de tal manera que para cada chiquillo habia una pistola. Y cada chiquillo se guardo su pistola.
Entonces se abrio la clase y todos tomaron el sitio de cada dia. Sobre su sillón de cuero, el Profesor sabio hacia gestos y hablaba, habkaba y hacia gestos; pero sus palabras, apenas salida de los labios, se le caían en la punta de los zapatos: era que no podian avanzar porque la clase estaba llena de con el coraje de los chiquillos, cuyos corazoncitos hacían bum, bum, bum, bum.
Y ya cuando el Profesor sabio habia acabado por ponerse majadero, el chiquillo de los bigotes delgaditos púsose en pie, y dijo:
-- !Señor Profesor! Usted no es más que un majadero!
Y el Profesor saco los ojos un tanto de un jeme y los metió y los saco.
Entonces el de los bigotes delgaditos dijo también:
-- Todos los chiquillos de la clase hemos decidido suicidarnos en masa porque usted es un majadero.
-- Hemos resueto suicidarnos en masa porque usted es un majadero. - dijeron en coro.
y todos los chiqillos sacaron sis máquinas y cada uno se puso la suya en el hueco de la oreja.
El compañero de los bigotes gritó:
-- Uno!... Dos!... y... Tres!
Pum!
Cayeron heroicamente, como debem caer los hombres. Y el profesor sabio, dejando de hacer gestos, se puso a buscar a gatas por la clase las palabras inutilmente perdidad.
"El más vivo, el más actual de los escritores ecuatorianos" - así describe el escritor y crítico literário Vladimiro Rivas a Pablo Palacio.
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Ivich





